El SONIDO de las ballenas II
Hoy hemos disfrutado de nuestro segundo día con Heike de Ocean Sounds. Tras habernos contado ayer en qué consiste su trabajo de investigación sobre los sonidos que emiten los cetáceos, hoy hemos podido salir en su embarcación con el objetivo de realizar algún avistamiento y escuchar alguno de los sonidos del lenguaje de éstos animales.
Hemos tenido algún contratiempo, pues cuando nos disponíamos a salir en la neumática, Heike se ha dado cuenta de que los cables del motor estaban cortados. Debido a que en más de una ocasión han intentado sabotear sus investigaciones pinchándole la embarcación o estropeándole el motor, hoy no ha tenido dudas al ver lo que había ocurrido. No olvidemos que Heike y su trabajo no están valorados positivamente, ya que Noruega es un país en el que la pesca de ballenas está permitida y en la zona hay varios barcos que se dedican al negocio. Además, en las islas Lofoten, hay varias empresas que se dedican a realizar “safaris” de avistamientos de cetáceos para turistas. Dichas empresas podrían aportar datos para las investigaciones de Ocean Sounds, pero en vez de hacerlo, la perciben como una “enemiga” o la competencia.
Tras barajar varias hipótesis, el mecánico ha constatado que no se trataba de un sabotaje y hemos podido salir a la Mar para comprobar cómo se utiliza el hidrófono. Con este aparato, se pueden llegar a captar los sonidos submarinos de 60 millas (100 km) a la redonda, pudiéndose escuchar así muchas de las “palabras” o “cánticos” de ballenas y delfines. El poder escuchar sonidos tan lejanos supone en ocasiones un problema, pues también se escucha el ruido de los motores de todos los barcos que navegan alrededor, siendo este el caso de hoy. Debido al tráfico de embarcaciones, hoy no hemos podido escuchar a las ballenas en una zona en la que normalmente se escuchan con facilidad.
Nos hemos movido a otra zona en la que hemos encontrado 4 ejemplares de Marsopa común (Phocoena phocoena), dos madres con sus dos crías. Los adultos miden de 1,50 a 2 metros, por lo que aunque al saltar no salen por completo del agua, cuando nadan en la superficie se puede llegar a ver todo el cuerpo. Son mucho más tímidos que la mayoría de los delfines, por lo que no se acercan tanto como estos a las embarcaciones.
Heike nos ha contado que se trata de una especie no tan social como otros cetáceos, por lo que se pueden encontrar ejemplares solitarios o grupos pequeños. Esto provoca que se comuniquen poco o nada, pues no tienen tanto que decirse como las especies que viven en grandes grupos y que por lo tanto han de comunicar más a menudo.
Se trata de un animal que vive en zonas costeras y que podemos encontrar en aguas del Golfo de Bizkaia, aunque resulta difícil avistarlas. No llaman la atención por su velocidad ni por dar grandes saltos, ya que nadan lentamente y realizan inmersiones de varios minutos cada vez que se sumergen. Su soplo es difícil de ver pero se escucha como un pequeño estornudo.
Más información en: www.ocean-sounds.com y en www.gabi-reichert.de