El sextante, aparato que facilita la navegación

¿Cómo hacían los antiguos para situarse en la mar? Sabemos que utilizaban los astros para ello. Dada su efectividad, fueron perfeccionando a lo largo de los años diferentes instrumentos y técnicas para aumentar la precisión de sus cálculos. La última de estas herramientas fue y es el sextante.

Hoy en día, con la invención del GPS, conocer la posición de un barco en mitad del océano se ha convertido en una tarea muy sencilla. Pero este sistema de posicionamiento global es muy joven, y más aún si lo comparamos con los largos años de historia con los que cuenta la navegación oceánica. Entonces, ¿cómo hacían los antiguos para situarse en la mar? Sabemos que utilizaban los astros para ello. Dada su efectividad, fueron perfeccionando a lo largo de los años diferentes instrumentos y técnicas para aumentar la precisión de sus cálculos. La última de estas herramientas fue y es el sextante.

Este instrumento de precisión mide ángulos entre dos puntos observados. Para ello consta de dos espejos, uno fijo, y el otro apoyado sobre un brazo móvil que gira sobre una base graduada a lo largo de una sexta parte de circunferencia. De aquí toma el nombre de sextante. Con el sextante, podemos calcular, principalmente, ángulos verticales y ángulos horizontales.

Con los primeros, podemos realizar diferentes mediciones. Por un lado, podemos obtener la altura de un astro sobre el horizonte, medido en grados. Utilizando esta altura y conociendo la hora en la que hemos tomado este dato, podemos realizar diferentes cálculos para hallar tanto la latitud como la longitud del observador. Por otro lado, podemos medir la altura de un punto de tierra sobre la línea de costa, para calcular la distancia a la que nos encontramos de éste.

A la hora de tomar ángulos horizontales, medimos el ángulo que forman dos puntos de la costa entre si, para trasladarlos a la carta náutica y así obtener la situación del barco.

Para sacar provecho a estas mediciones y obtener la información que buscamos, se requiere práctica en el uso del sextante y conocimiento sobre los diferentes cálculos que hay que llevar a cabo. Con el avance de las nuevas tecnologías el sextante ha caído en desuso. Pese a ello, siguen llevándose a bordo por seguridad (en caso de que la electrónica pudiera fallar), y por romanticismo en algunos casos.